Como experta en carreras contra mi misma, será extraño escribir esto. Aunque quizá lo escribo porque verdaderamente tengo un propósito para hacerlo y porque soy una verdadera novata en esto de ir sin prisa. Me vas a decir que, entonces quién soy yo para decirte esto 🥴
Pues no, no lo he aprendido del todo y ya que no lo he hecho, la vida me manda constantemente situaciones en donde obligadamente, debo hacer pausas o ir más despacio.
Y es en esos momentos en que me sorprendo.
Es en esos momentos en que caigo en la cuenta.
Es en esos momentos en que me vuelvo una observadora omnisciente de todo lo que sucede y de todo lo que hago y de cómo lo hago y de por qué lo hago y de cómo me siento y de por qué lo siento y para dónde voy y si esa es la dirección que quería o me desvié o, incluso, si ha surgido una mejor oportunidad o un mejor plan.
Suena abrumador pero no. En realidad, lo puedo observar con calma.
Voy más rápido cuando voy sin prisa
Voy más rápido cuando acciono de forma consciente, lejos del rush de emociones por accionar. Ya te digo que soy una planner (lo que, probablemente ya sepás 😅) y cuando me pongo en modo acción es… acción onfire.
Pero no puedo estar en ese mood forever porque corro el riesgo de salirme de ruta, de perder el rumbo, de hacer por hacer, de hacer sin disfrutar, de ir a dónde sea.
Y ahí es cuando la vida me frena, ya sea con una sensación física/emocional o con algún imprevisto que me obliga a cambiar todo o pausar todo.
Pero para celebrarme un poco, escribo esto porque recientemente fui yo la que me frené antes que la vida me tomara en alguna curva 🥳
Esta vez aproveché la mitad de mi año para detener la prisa y mirar hacia atrás. Ha sido un año de mil aventuras y de mucho aprendizaje pero por estar tan sumergida en mi proceso, hay muchas cosas que no estaba siendo capaz de observar. Y detenerme para observar la magia ha sido un game changer.
No sólo para estar presente sino para reacomodar el curso de las cosas. Sin este reajuste habría terminado mi 2023 con cosas que quizá no quiero o que quizá no son prioridad a diferencia de otras. Sin esta pausa mis goals se van atrasando por ir perdiendo enfoque o por tomar decisiones que, en realidad, me alejan de ellas.
Voy más rápido cuando voy sin prisa.
cosas que suceden cuando vamos sin prisa
- Tomamos mejores decisiones
- Tomamos acciones más conscientes e importantes
- Tenemos mejor capacidad para reaccionar y resolver complicaciones o problemas
- Disfrutamos y vivimos el proceso sin sentir que se nos pasó la vida sin vivir
- Podemos hacer reajustes a tiempo y evitamos errores
- Caemos en la cuenta de que la vida no es una carrera y conectamos con el tiempo divino
Esta última… 
fue lo más relevante para mi.
A mi, a la pequeñita eléctrica que corre siempre, le caló que hay un tiempo divino. Es ese tipo de cosas que te dicen y que escuchás seguido pero hasta no tener la experiencia indicada, no te cala en los huesos.
El tiempo es muchísimas cosas, entre ellas, una ilusión. Y lo puse a prueba 
lo experimenté de una forma que pude jugar con él. No tiene sentido correr. No cuando las cosas tienen una forma especial de desenvolverse a su manera, incluso si “controlamos”. Sin prisa, disfrutamos ese flujo y navegamos con eso que de todas maneras será.
El experimento fue super pequeño pero grande en impacto. Si el tema de este mes te está interesando, suscribite a mi boletín Lunar porque te lo voy a estar compartiendo por ahí.
Si conectamos el tiempo divino con nuestras metas, ya no hay necesidad de ser “pacientes”. Tendremos la certeza de que nuestro trabajo y compromiso es suficiente y dejaremos que las cosas simplemente sean. ¿Qué sorpresas vamos a dejar que sucedan? 
Nos seguimos leyendo en el boletín Lunar. Si te gustó, compartilo con alguien a quien bajar revoluciones le venga bien (y de paso le decís que podríamos llevarnos fantástico 
). Y como el tiempo también es un recurso, te dejo este otro blogpost sobre time hacks para millennials. Siempre me encontrás en redes para seguir hablando del tema en comunidad.
Te mando un besito, hasta pronto.
